Contando con el auspicio de la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA), el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires Distrito 5 (CAPBA D5) organizó el Concurso Nacional de Anteproyectos para la ejecución de la remodelación, ampliación y puesta en valor de la sede delegación del CAPBA D5 en la ciudad de Lobos, provincia de Buenos Aires. Siendo de carácter vinculante, el primer premio llevará a cabo el proyecto ejecutivo como así también la dirección de obra por contratos separados.
La delegación de Lobos comprende los partidos de Lobos, Navarro, Roque Perez, Marcos Paz y General Las Heras, ubicados sobre el suroeste del territorio del CAPBA D5 de la provincia de Buenos Aires. En lo que respecta a los requerimientos y el programa de la propuesta, se plantean desde áreas administrativas y de formación hasta áreas sociales, comunes y de trabajo.
Entre las 64 propuestas recibidas, el jurado compuesto por Emilio Sessa en representación de FADEA, Jorge Moscato por los participantes, José Luis Dametti en representación del CAPBA, Jorge Swinnen en representación del CAPBA D5 y Ricardo Ripari como asesor jurado, decidió otorgar tres premios y una serie de menciones especiales sin orden de mérito. Conoce a continuación los trabajos premiados.
Primer Premio
- Autores: OP arqs (Marcela Orcaje y Gonzalo Pérez)
- Asociado: Fernando Urquiola
- Equipo de Proyecto: Florencia Santillán, Lucio Ceci, Carlos Brizuela, Nazareno Flores
Memoria enviada por los autores. El proyecto para la nueva Sede del CAPBA V en Lobos nos permite repensar el significado de ‘la casa’ en relación a la historia de la disciplina. La preexistencia nos invita a reflexionar sobre las posibilidades de esta intervención y de qué manera se pueden sostener sus valores y principios visibles y subyacentes, tan maravillosamente descriptos por Julio Cortázar en su Casa Tomada, que están presentes en esta clase tipológica conocida como casa chorizo.
Para nosotros, la idea fundamental del proyecto requiere estar anclada a la reformulación del concepto de casa chorizo desde una mirada contemporánea. La tipología que se configuraba con la simple sucesión de habitaciones en relación a una galería y algunos patios, se recrea en esta versión con la voluntad de recuperar la esencia de la pieza a intervenir y otorgarle una fusión que materialice pasado, presente y futuro en una visión amplia de la disciplina.
La escala de la intervención, que claramente supera la impronta original de planta baja, requiere que esa revisión conceptual sea interpretada en proporción de acuerdo a las diferentes etapas. La galería es patio, y así se convierte en el lugar principal del conjunto donde se desarrollan todos los movimientos e intercambios que le dan vida.
La casa original se integra a la primera etapa del Colegio, sus espacios y materialidad conforman de manera simple, la nueva estructura que da contención a las actividades de la matrícula local, galería - patio mediante. La galería oficia de espacio de articulación entre el cuerpo cerrado y abierto de la arquitectura, es el ámbito donde se manejan las transiciones.
Los arquitectos esperamos de nuestra sede la posibilidad de gestionar otras instancias sociales complementarias a las cuestiones administrativas, donde se potencie la generación de espacios de reunión, ya sean lúdicos, culturales y/o sociales.
En la escala urbana, el proyecto busca trascender la barrera de la objetualidad y pasar de una arquitectura objeto hacia una arquitectura ciudad, mediante la estrategia de configurar ese patio que oficie de articulador de las secuencias espaciales. El patio es el ágora que condensa todas las actividades de la Institución en relación con la ciudad y deriva en propuesta de reparo y reunión: el espacio del encuentro a la escala de la ciudad.
Creemos que la esencia del tema involucra considerar la vigencia del volumen y sus espacios, concepto que está ligado estrechamente a la idea de síntesis formal. Síntesis que se expresa en la propuesta donde la simplicidad de los volúmenes presenta un prisma que se inserta en la fábrica de mampostería existente y se consolida de forma independiente.
La caja tecnológica oficia como un huésped en claro contraste con la materialidad del anfitrión. Se propone el trabajo del vacío a partir de pensarlo como par inescindible con el cuerpo cerrado de la arquitectura. Opera en el proyecto como estructurante de la complejidad morfológica y conforma el cuerpo abierto de la disciplina en clave de galería-patio. Se transforma en protagonista directo de la propuesta espacial interna y su interfase con la relación urbana. Consigue poner en relación las áreas de trabajo y los sectores de ocio en forma dinámica.
El cierre exterior del volumen desarrolla una piel que se constituye en resolución de la imagen institucional, tanto como propuesta del control bioclimático frente a las diferentes orientaciones. El espesor de la piel organiza carpinterías de alta prestación en aluminio con DVH, fachada vegetal que garantiza la respuesta a las diferentes estaciones del año y la pantalla de aluminio expandido blanco como expresión final. Se consigue una clara representación, como gesto identitario, a la vez hito urbano.
El carácter institucional del tema requería la búsqueda de austeridad en la respuesta tecnológica y material. A partir de una estructura independiente que combina perfiles normales de hierro y losas tipo Steel deck, se dispone una tecnología en seco que permite una grilla modular por lo que el armado de todas las áreas del proyecto se desarrolla con un criterio de gran adaptabilidad y flexibilidad a los cambios.
Segundo Premio
- Equipo de Proyecto: Daniel Huespe, Ignacio Imwinkelried, Gonzalo Mir, Maximiliano Sanchez, Juan Sirur
Memoria enviada por los autores. El proyecto está situado en un sector de renovación urbana de la ciudad de Lobos en la provincia de Buenos Aires, con un potencial de usos del suelo mixtos, residenciales, comerciales, administrativos e institucionales, dado los indicadores urbanos presentados. El paisaje urbano está caracterizado por un perfil edilicio de viviendas que datan del Siglo XIX y que es factible generar un proceso de renovación edilicia y posibles puestas en valor de las mismas. Dado estas características del entorno, el proyecto propone hacer uso del perfil urbano en altura generando una nueva fachada combinada con la existente del S XIX, creando una relación austera, sin estridencias formales, logrando de este modo una puesta en valor de la arquitectura en su conjunto y ser un referente para futuras intervenciones en el contexto de la ciudad.
Situado en la calle Rizzuto, busca revalorizar y poner en valor la casa existente y, a su vez, destacar la obra nueva como institución, pero coexistiendo ambas construcciones y consolidando su identidad. De esta manera, se mantiene la tipología y su atmósfera espacial con el ingreso por el zaguán para luego, poder ingresar al hall y generar un espacio que mejore la interacción y la conexión funcional y visual entre el espacio público de la calle con el espacio arquitectónico de escala institucional. Así, se propone ubicar las circulaciones verticales, escalera y futuro ascensor sobre la fachada para crear un nuevo ámbito de conexión visual con el entorno. Este nuevo espacio es entendido como un zaguán contemporáneo, generador de un espacio de interface entre la ciudad y la institución. Hacer visible desde el exterior la vida interior de la institución y que desde el recorrido interior por las circulaciones los profesionales y visitantes puedan apreciar el valor del contexto urbano.
De este modo, el zaguán constituía el espacio de transición entre la vida doméstica y la calle. La nueva propuesta para la sede del Colegio de Arquitectos de Lobos reinterpreta este concepto en clave contemporánea y busca reemplazar la escala doméstica por una de carácter urbano-institucional, que propicie el encuentro para los matriculados, los transeúntes y la comunidad en general.
La remodelación, ampliación y puesta en valor del Colegio de Arquitectos propone una tipología de esquema en peine, donde sus espacios de usos están en relación a un núcleo de servicios y al de circulaciones verticales. De esta forma, se logra sobre lo existente una acción de intervención, de re-funcionalización y optimización de los requerimientos del programa y sus futuros usos. El programa fue pensado para que se pueda ir realizando y creciendo por etapas con el tiempo, cobrando una sinergia entre ellos. Se ubica el SUM en el segundo nivel para que actúe como un programa flexible entre la planta baja, el comedor, el patio y las oficinas temporales del último nivel donde, a su vez, se aprovecha la cubierta del comedor para una expansión del SUM y para contemplar actividades al aire libre de la institución.
El proyecto es concebido con una estructura independiente de perfiles estructurales y losas prefabricadas de hormigón armado, proponiendo una nueva pieza arquitectónica austera y de rápida logística constructiva por etapas. Se diseña con un doble frente norte-sur de modo tal de generar ventilaciones cruzadas y buena iluminación natural indirecta, reduciendo el consumo de artefactos de aire acondicionado. Sobre la fachada norte, se retraen las carpinterías para que creen un alero hacia el norte para reducir su radiación solar directa creando condiciones propicias para el trabajo y esparcimiento. A su vez, por las condiciones institucionales del edificio, se prevé ductos y espacios técnicos para alojar las instalaciones de AA en los sectores del núcleo general del edificio permitiendo así, encolumnar las instalaciones y lograr una economía de recursos. El proyecto presenta una relación lógica y honesta entre tipología, estructura y forma, en donde la triada Vitruviana se retroalimenta e interactúa para obtener una espacialidad única y homogénea en su concepción.
Tercer Premio
- Autores: Clara Gallardo, Guillermo Canutti, Lucas Delorenzi
- Equipo de Proyecto: Federico Cilio Vera, Nahuel Figueroa
Memoria enviada por los autores. Proyectar un Colegio de Arquitectos en la actualidad, nos obliga a reflexionar sobre el rol de la institución en la sociedad, su implicancia cívico-política y el valor de representatividad que tiene en un grupo de profesionales que son, en gran parte, los encargados de delinear la forma de la ciudad y su arquitectura futura.
La institución colegiada deberá ser ahora un programa que trascienda sus usos específicos (terciarios/administrativos) para convertirse en un lugar de oportunidades, un escenario de variadas actividades: un espacio donde múltiples actores puedan discutir sobre las decisiones que se toman para la ciudad, un recinto democrático para definir nuevos parámetros que definan la forma urbana, un ámbito para la comunicación y propaganda sobre cuestiones específicas a la profesión. Entendemos entonces, que un Colegio debe ser un gran Contenedor de Condiciones, un catalizador de actividades, un espacio democratizador.
El colegio indirectamente tiene una función de consejero, educador. Interrogarnos sobre el modo de actuar profesional con la construcción preexistente, nos pone en una discusión ética/moral frente a la intervención en arquitecturas de antigua data, más allá de cualquier catalogación o normativa de protección patrimonial. A pesar de que haya sido intervenida en grandes proporciones y haya ido perdiendo muchos de sus rasgos característicos, creemos que la construcción existente se debe conservar, estableciendo grados de valoración que distinga lo que se mantiene de lo que no.
Hallamos que hay una serie de condiciones tipológicas que son importante conservar: la cáscara muraria que se corresponde con los 2 locales del frente (zaguán y habitación contigua), la fachada que responde a los cánones clásicos (basamento-desarrollo-coronamiento), las superficies murarias y el plano de piso. El resto de los locales consideramos que podrán ser liberados, ya que las intervenciones realizadas desfiguran toda apreciación histórica, tipológica y/o material. De esta manera, garantizamos la continuidad histórica de las formas arquitectónicas conservando también las características del barrio, y asegurando que la imagen urbana de un programa contemporáneo articule con el entorno preexistente de manera equilibrada.
Para dar posibilidad de reprogramación y condiciones de flexibilidad al espacio interior, se proponen tres vacíos-retiros: un retiro frontal como extensión del espacio público de la vereda y que permite brindar un acceso diferenciado al existente desde el zaguán, un retiro lateral longitudinal sobre la medianera oeste, que garantiza la ventilación e iluminación natural al momento de subdividir el espacio interior; y un retiro de fondo.
La estrategia de definir superficies fijas que condensen las funciones específicas (servicios, guardados, circulaciones) libera el resto del espacio a la impredecibilidad del acontecimiento, permitiendo su adaptación a diferentes usos: un espacio inespecífico confinado claramente en medidas y proporciones, definido en sus cualidades materiales y lumínicas, servido de dispositivos (sistemas de divisores plegadizos, equipamientos móviles apilables, espacios de guardado en cada nivel) que permiten su reconfiguración. Una arquitectura abierta.
Los tres niveles permiten flexibilidad de armados y hasta incluso la intercambiabilidad de usos entre plantas. Si bien se plantea una organización del programa en estratos, las funciones pueden alternarse, agrandarse, achicarse o repetirse según las necesidades. El lenguaje austero propio de la condición modular, industrial y estructural concede al edificio una neutralidad que elimina todo delineado o trazo de diseño que conlleva a la determinación funcional-formal.
Una ajustada modulación de 4,00 m permite amoldar el espacio multiconfigurable, y optimiza el uso de los perfiles metálicos en sus medidas comerciales. Hacia el frente se utiliza un módulo más pequeño que evita el compromiso estructural de las nuevas fundaciones sobre los paramentos murarios existentes y sus zapatas ladrilleras, protegiendo principalmente la condición material de la fachada histórica. El mismo módulo se utiliza en el contrafrente y contiene rejillas metálicas electroforjadas que permiten la salida al exterior manteniendo aireada la envolvente. Este pequeño espacio exterior se provee de vegetación que tamiza la incidencia solar de la orientación norte.
Las superficies envolventes transparentes permiten las visuales al exterior, mientras que las translúcidas las evitan actuando como paravistas en medianeras. El lenguaje de lo nuevo se reduce a la mínima expresión de la estructura, y a la posibilidad o impedimento de poder mirar hacia el exterior.
Menciones
- Autores: Carlos Alejandro Jones, Gabriel Oscar De León, Marcos Leonardo Oscar Margni
- Autores: Maximiliano Torchio
- Autores: Gisela Elisa Bustamante, Gabriel Breccia, Mariano David Vignola, Felipe Andres Wall